Hoy, como cada año, recuerdo que se acerca tu cumpleaños. Mi mente se debate entre la idea de felicitarte por costumbre y la moral de dejarte ir por respeto a la persona con la que decidiste seguir adelante.
Hoy precisamente recordando lo que fue, muchas preguntas rondan mis pensamientos. ¿Eres feliz? espero que sí, lo deseo, ¿caminas a su lado? recuerdo que yo no podía, mis piernas cortas me lo impedían, ¿le tomas de la mano? yo no podía, mi asquerosa mano siempre estaba pegajosa por el sudor, ¿le abrazas al andar? mi estatura era demasiado baja, demasiado incómoda para ti.
Seguramente esa persona es muy sana y no tienes que cuidarla hasta el hartazgo. Seguro que no es una torpe manos de mantequilla. Pero por supuesto debe ser muy linda, "femenina", y siempre se ha de arreglar para ti. Yo siempre estaba demasiado cansada por trabajar. Y hablando de ello, seguro que es blanca como la nieve; yo nunca lo he sido y menos desde que trabajo bajo el sol. Seguramente tiene una piel hermosa y tersa; mi cara parecía ladrillo. Apuesto que ha de tener un lindo cabello; el mío es como el soskiil. Recuerdo que por más que cambiaba de peinado siempre era lo mismo, y nunca me quedaba bien, o al menos eso me decía tu madre. Debe ser una persona muy fuerte e independiente. Yo siempre fui dependiente y chechona incluso si me dejabas sola en el supermercado.
Lamento todas aquellas ocasiones que sentiste que te usé de chofer, es solo que no me gustaba estar sola y quería compartir todos los momentos contigo. En realidad compartir la vida era en lo único que pensaba. Lamento haberte atosigado con ello. Uff que bueno que me decías "estás mariguana", para regresar mis pies a la tierra.
Y ahora que lo pienso tal vez nunca hice nada bueno por ti, o lo que hice no alcanzó.
Fue un duro golpe darme cuenta que no te hacía feliz, y fue tanto el tiempo que me costó tomar la decisión de dejarte ir.
Aún no te olvido, pero estoy en el proceso. En principio lo evité distrayendome con otras personas, pero solo me volví dependiente de ell@s y regresé al mismo círculo vicioso de no hacer las cosas por mí. Suerte que ya no están más.
Ahora estoy llorando mi pena y aprendiendo a disfrutar mi soledad. Me he vuelto un poquitin más independiente emocionalmente y ya disfruto de mi propia compañía. No te voy a mentir, aún sufro depresión y algunos días solo... pasan.
Hoy te pido perdón por hacer las cosas tan mal cuando decidí dejarte ir. No fue lo correcto, pero dió resultado. Puedo ver que ahora eres feliz. Y ahora es el turno de mi corazón de dejarte ir...
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